Prominente
escritora y educadora, reconocida como una de las figuras centrales de la
poesía lírica del siglo XIX e innovadora, no fue solo una destacada escritora,
sino también una gran luchadora por la igualdad de derechos entre mujeres y
hombres. Su lucha la convirtió en una mártir en su país y es recordada por su
arduo trabajo en favor de la educación femenina.
Salomé Ureña de Henríquez, nació
el 21 de octubre del año 1850 en Santo Domingo, escritora y pedagoga, es
considerada como la poeta nacional de la República Dominicana. Fue hija del
también escritor y preceptor Nicolás Ureña de Mendoza.
Sus primeras lecciones las tomó
de su madre Gregoria Díaz. Más tarde su padre la llevó de la mano en la lectura
de los clásicos, tanto españoles como franceses.
Debido a ello, la joven Salomé
alcanzó una educación y formación intelectual y literaria que ayudaría a codearse
con el mundo literario de su país a los quince años.
Ureña fue la alumna de Eugenio
María de Hostos, un intelectual educador, filósofo, sociólogo y escritor
puertorriqueño.
Las obras de Salomé se centraron
en el amor a la patria y en su entorno familiar. Aunque de obra no muy extensa,
logró llamar la atención de gran parte de Latinoamérica por la profundidad de
sus escritos.
Entre sus trabajos más
reconocidos están La Patria, El Ave y El Nido y Sombras, Ruinas, entre otros.
Solo tenía quince años de edad
cuando comenzó a escribir, publicando posteriormente su primera obra a la edad
de diecisiete años y haciéndose conocida por su espontaneidad y ternura.
Alrededor de 1881, Salomé fue
animada por su marido para abrir el primer centro de educación superior para
mujeres jóvenes en la República Dominicana, lo cual hizo el 3 de noviembre de
ese año bajo el nombre de Instituto de Señoritas.
En los cinco años subsiguientes,
seis mujeres se graduaron de maestras en el Instituto, algo poco común en ese
momento.
Por problemas de salud Salomé
Ureña cerró el Instituto en el año 1893. Fue abierto nuevamente en junio de
1896 y se estableció en Puerto Plata por un tiempo, regresó a Santo Domingo y nuevamente
a Puerto Plata, el 2 de enero de 1897. Años después de su muerte, el instituto
fue bautizado con su nombre.
Murió debido a complicaciones de
tuberculosis en 1897, a la edad de 46 años. Fue enterrada en la iglesia de
Nuestra Señora de las Mercedes y trasladada en 1972 al Panteón de la Patria.
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