Poetiza,
sobresalió por su humildad y sencillez en su calidad de Primera Dama, esposa
del Presidente Horacio Vásquez. Es autora del famoso himno a la Madre.
Nació en La Vega el 13
de enero de 1863 y murió en Puerto Rico el 13 de marzo de 1941 a los 78 años de
edad.Poetiza, sobresalió por su humildad y sencillez en su calidad de Primera
Dama, esposa del Presidente Horacio Vásquez.
Es autora de varios
poemas, entre los que se señalan “El Campo” y “El Estudio”. Escribió en prosa
el libro “Añoranzas” y “Patria y Hogar”, éste último con prólogo del destacado
poeta dominicano Fabio Fiallo. Sus poemas y escritos dispersos aparecen con los
seudónimos de T. Colombina y Ángela.
En 1915, con motivo de
la celebración de los Juegos Florales de La Vega, fue premiada su composición
“Patria y La Mujer Dominicana”. En un concurso en ocasión de la coronación de
Nuestra Señora de La Altagracia, en el año 1922, logró el primer lugar con su
“Soneto a María”. Una de sus sobrinas, Doña María Ascensión Claudina de Moya,
testifica que Doña Trina fue una ferviente devota de la Virgen de Lourdes, cuya
imagen la pareja presidencial pidió a Francia para regalarla a la Iglesia de
Tamboril.
Himno
a las madres
!Venid
los moradores
del
campo y la ciudad,
y
entonemos un himno
de
intenso amor filial:
Cantemos
de las madres
la
ternura, el afán
y
su noble atributo
de
abnegación sin par.
Celebremos
todos la fiesta más bella,
la
que más conmueve nuestro corazón;
fiesta
meritoria, que honramos con ella
a
todas las madres de la creación.
¡Quien,
como una madre, con su dulce encanto,
nos
disipa el miedo, nos calma el dolor,
con
solo brindarnos su regazo santo,
con
sólo cantarnos baladas de amor!
De
ella aprende el niño la sonrisa tierna,
el
joven la noble, benéfica acción;
recuerda
el anciano la oración materna
y
en su alma florece la resignación.
CORO:
Venid los moradores...
Celebremos
con flores la tumba sencilla
de
madres que moran en la eternidad,
y
ornémos con flores la frente en que aun brilla,
en
que aun brilla y fulge la maternidad.
Para
ello escojamos frescas azucenas
-simbólicas
flores de aroma ideal-,
blancas
como el alma de las madres buenas
y
con algo místico y sentimental.
Albas
estrellitas, nítidas hermanas
de
las que circundan la divina sien
de
la que es modelo de madres crisitianas,
madre
del Dios-Hombre nacido en belén.
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